Cuídate, mamá

"Asegúrate de que tu hija bebe mucha agua". "Tú también tienes que hacer lo mismo por ti".

Sabias palabras de mi médico en mi último examen anual de bienestar. Sabe que soy madre de una niña con múltiples discapacidades y necesidades sanitarias especiales. Como mi hija tiene un solo riñón, su hidratación es una de mis prioridades diarias. En cuanto a mí, mi ingesta diaria de agua suele consistir en las onzas que utilizo para preparar mis muchas tazas de café.

"Hablemos de cómo podemos controlar tu estrés y ayudarte a dormir mejor".

"Necesitas dedicarte algo de tiempo a ti misma". "Los paseos al sol podrían ser útiles".

"Es hora de programar una colonoscopia y una mamografía rutinarias".

Yo ya sabía todas estas cosas. Sentada allí con mi amable y minucioso médico, me recordaron su importancia con atención y preocupación. Hablamos de todas las cosas EXTRA que conlleva mi versión de la maternidad.

Además de la alegría y el amor indescriptible que llenan mis días, mi historia también implica levantamientos repetitivos, cuidados durante toda la vida y una defensa interminable. Es mi propósito y pongo en ello todo mi corazón y toda mi alma.

Estoy en esto a largo plazo. TENGO QUE ESTARLO.

En esa visita, me sentí rejuvenecida y recordé lo vital que es dar prioridad a mi propia salud y bienestar. Para cuidar lo mejor posible de mi familia, no puedo permitirme aplazar ninguna de las cosas de las que hablamos.

No puedo permitirme estar completamente agotada, tener lesiones de espalda que empeoran o sentirme completamente quemada. ¿Cómo puedo estar ahí para satisfacer las necesidades de mi familia si no satisfago las necesidades de mi propia mente y cuerpo?

Así que, esta mañana, he programado todas mis citas de seguimiento y exámenes preventivos.

Les tengo pavor a todos y no me apetece nada.

Pero si mi hija tiene que soportar ecografías interminables, pruebas de deglución, radiografías, extracciones de sangre y mucho más, no puedo defraudarla. No la defraudaré a ella, ni a nuestra familia, ni a mí misma. Sacaré tiempo para cada una de estas tareas imperativas y dejaré de postergarlas.

Hoy, mientras lleno el vaso de mi hija y compruebo las onzas de agua que ingiere, también lleno el mío. Tomaré una manzana y daré una vuelta a la manzana, sintiendo el sol en la cara y la brisa en el pelo. Escucho a mi marido, entusiasta del fitness y bienintencionado, cuando me da consejos para salvar la espalda o me anima a tomarme un descanso.

Esta vida no es fácil, pero es mía y estoy muy agradecida por cada segundo de ella. Dedicarnos tiempo a nosotras mismas no es en absoluto egoísta ni un inconveniente. Las mamás y los cuidadores volcamos nuestro amor en nuestros seres queridos mientras nos ocupamos de su cuidado. A veces, sólo necesitamos suaves empujoncitos para hacer lo mismo por nosotras.