El impacto del cierre patronal en los padres que trabajan

Carolyn Voisey
Mamá de un pequeño increíble, trabajo a tiempo completo en la educación superior y tengo mi propio pequeño negocio como diseñadora/creadora de joyas. ...

Nunca pensé que echaría tanto de menos estar en mi despacho en el trabajo como ahora.
Ha pasado casi un año desde la última vez que estuve allí, y entonces sólo fue una visita relámpago para rescatar mis queridas plantas y unos cuantos libros de texto imprescindibles antes de que cerraran el edificio debido a Covid.
Como madre trabajadora, a menudo me preguntan cómo me las apaño para compaginarlo todo: el cuidado de los niños, las citas en el hospital, el trabajo, etcétera.
Sobre todo, puedo hacerlo porque el padre de Sam es increíblemente comprensivo y es el principal cuidador de Sam... pero también me invade el sentimiento de culpa por no estar haciendo todo lo que una "madre" debería hacer por su hijo.
No siempre estoy ahí.
Suelo faltar a citas en el hospital y es habitual que trabaje los fines de semana y por las tardes, ahora más que nunca; quien piense que enseñar en línea es menos trabajo que hacerlo en persona está muy equivocado.
Pero la gente suele pasar por alto un aspecto muy importante de ser padre trabajador: el sentimiento de identidad que aporta.
No soy sólo la madre de Sam.
Soy una profesional inteligente por derecho propio, y disponer de ese espacio para centrarme en el trabajo supone una enorme diferencia no sólo para la productividad, sino también para la salud mental.
Verás, ir a trabajar es mi respiro.
Es donde no tengo que preocuparme de cómo está mi hijo, de cuándo le toca la próxima medicación o la siguiente toma, de si está haciendo suficiente terapia.
Estoy demasiado ocupada en el trabajo para preocuparme por ello, además sé que normalmente está en el colegio y está perfectamente seguro y feliz.
Ahora que estoy encerrada, me cuesta encontrar el equilibrio entre ser la mamá de Sam y hacer todas las cosas que quiero/necesito hacer con él, y trabajar a tiempo completo y tener el portátil constantemente abierto.
Además, no hay posibilidad de que haya un día de nieve cuando hay clases en casa.
Covid y el bloqueo me lo han quitado, no solo a mí, sino también a miles de personas.
Es mucho más difícil ser disciplinado y dejar de trabajar a la hora habitual cuando se está en casa, por lo que muchos trabajan muchas más horas de lo normal.
La soledad y el agotamiento se están convirtiendo en una epidemia por derecho propio.
La amabilidad no cuesta nada, y en 2021 más que nunca necesitamos cuidarnos los unos a los otros.
El vídeo y las llamadas telefónicas no sustituyen al contacto humano real, pero sin duda son mejores que nada.