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Empezar en un colegio especial

Sharon F por Sharon F Necesidades adicionales

Sharon F

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Soy Sharon, tengo una hija con epilepsia y un grave problema de aprendizaje. Tengo un blog sobre nuestra vida.

Empezar en un colegio especial

Nunca olvidaré el día en que despedimos a nuestra pequeña de cuatro años en el autobús escolar hacia su nuevo colegio especial.

Nos causó mucha emoción, la preocupación inmediata por su transporte escolar y, más profundamente, la pena que sentíamos porque no era el colegio al que habíamos pensado que iría cuando era un bebé y empezábamos a imaginarnos mentalmente cómo sería su vida.

El duelo surge de la brecha entre las expectativas y la realidad; quizá ser padre de un niño discapacitado sea una de las circunstancias en las que esta experiencia alcanza su máxima intensidad.

Mi hija lleva cinco años en su increíble colegio especial.

Estoy muy contenta de haber tomado esa decisión por ella desde el principio. Tuvimos la tentación de "probar primero con la educación ordinaria" pero, mirando atrás, sé que fue más porque yo no estaba preparada para aceptar la situación que porque fuera beneficiosa para ella. Al final, nos guiaron una trabajadora de portage y una SENCO de la escuela ordinaria de mi otro hijo. Nos ayudaron con amabilidad y delicadeza a darnos cuenta de que lo que necesitaba era un centro especializado.

Mi hija mayor se sentía triste porque su hermana no iba a ir a su colegio. Esto se calmó, aunque ocasiones como las fotos conjuntas de hermanos en el colegio eran dolorosas para ella, cuando sabía que su hermana no estaría allí. A medida que pasaban las primeras semanas y la pequeña se instalaba en su colegio especial, empecé a darme cuenta de algunas cosas. Me di cuenta de que se libraría de la presión de los exámenes, de la pesadez del repaso, de la presión por "encajar", de las críticas en el patio, de la angustia de las redes sociales, de las partes aburridas del aprendizaje, de las chaquetas de poliéster rígidas e incómodas.

En lugar de ello, se le impartía un plan de estudios hecho a su medida y con tanta calidez.

Cuenta con hidroterapia, saltos, gallinas y cobayas. Todos los días vive el momento con un equipo especializado a su alrededor para que se lo pase lo mejor posible. Hay uniforme si le apetece, pero si quiere subir al taxi del colegio disfrazada de Gruffalo, también está bien.

Mi consejo a otros padres que vayan a enviar a su hijo a un centro especializado en septiembre sería que esperaran. Permítanse el tiempo y el espacio que necesiten para sentir todos los sentimientos que les surjan. Pero sepan que todo esto no solo se hace más fácil, sino que se convierte en una auténtica alegría. Se te ha dado acceso a un club exclusivo y a un mundo secreto que sólo una ínfima parte de la gente llega a experimentar.

En este mundo encontrarás a las personas más amables, los niños más asombrosos y familias increíbles.

A veces sonrío para mis adentros cuando me doy cuenta de ello. No son las cosas individuales las que hacen que las escuelas especiales sean especiales, sino la suma de las partes que crean una energía profundamente positiva y envolvente que todavía no he encontrado en ningún otro sitio.

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