La maravilla de ti

Emily Sutton
Me inicié en el mundo de las necesidades especiales en Nochevieja de 2012, con el nacimiento de mi hijo Jenson. Es fabuloso, ágil y cariñoso, y ha red...

Estoy seguro de que mucha gente se pregunta cómo es nuestra vida contigo. Los retos, las dificultades, el estrés y las preocupaciones que nos traes, esas cosas parecen obvias a la vista de todos.
Pero los milagros, las sorpresas y las celebraciones que nos regalas no son tan evidentes, y están tan lejos de la norma que pasan desapercibidos para los de fuera.
Mientras los niños normales incendian el mundo con sus elogios y logros, yo me maravillo cada día de tantas cosas triviales, que la mayoría da por sentadas.
De vez en cuando me ayuda mucho recordarme a mí misma y al mundo lo maravillosos que somos.
Te cuesta hablar y no sabes cómo construir una conversación. Sin embargo, mis mejores charlas son contigo. Eres divertido, brillante y encantador. Es capaz de imponerse a un público más que un orador experimentado, superando el lenguaje convencional con una entrega afinada y carisma.
Tienes unas piernas tan pobres y una columna tan curvada, ¡y sin embargo tu energía es inquebrantable! Tus ganas de explorar, descubrir y alcanzar un objetivo anulan tu dolor y tu fatiga. Una milla contigo es como ganar el maratón.
No entiendes realmente las señales sociales ni las interacciones, pero eres la persona más simpática que conozco. Llenas el mundo de chispa y calidez, y te relacionas indiscriminadamente con cualquiera que se cruce en tu camino.
Tu ingenuidad sobre el mal en el mundo es envidiable. No conoces la maldad ni la negatividad, tu universo es inequívocamente divino. El crimen, la guerra y el sufrimiento son conceptos ajenos a ti. Tu mundo es tan grande y feliz como tu entorno inmediato y los que lo llenan.
No te preocupan las expectativas sociales ni las tradiciones. Quieres canciones de Navidad en verano y fuegos artificiales en tu cumpleaños. ¿Y por qué no? Nos has enseñado a ignorar las convenciones y a abrazar lo que nos funciona. Nos has ayudado a dejar de preocuparnos por lo que pueda pensar el mundo.
No te arrepientes de tener favoritos. Eres ambivalente respecto a la amistad con niños de tu edad, pero adoras a los pocos adultos que has elegido y que te colman de amor y atención incondicionales.
Perdonas y olvidas. No guardas rencor ni recuerdos de un dolor momentáneo. Abrazas a la enfermera que hace un momento te ha perforado la piel, cantas al cirujano que acaba de sujetarte para examinarte.
Tu cerebro es asombrosamente brillante. Puede que no recuerdes lo que has comido hoy, pero puedes recordar a una persona que conociste hace seis años y una canción que aprendiste cuando eras un bebé.
Sigue llenando el mundo de asombro, ¡y sigue siendo tú!