Crianza de niños con necesidades especiales: 3 razones por las que soy diferente

Miriam Gwynne
Madre y cuidadora a tiempo completo de dos gemelos autistas realmente maravillosos. Me encanta leer, escribir, caminar, nadar y animar a los demás. No...

Llevo más de 12 años con profesionales que se ocupan de mis hijos.
Me han criticado de todo, desde la alimentación dirigida por el niño hasta la falta de tiempo en la barriguita, pasando por la lucha por la escolarización de niños con necesidades especiales o por tener demasiados juguetes en el salón, pero lo que siempre sale a relucir una y otra vez es la forma en que disciplino a mi hijo.
No me propuse ser polémico, rara vez levanto la voz y nunca hay castigos físicos.
Entonces, ¿qué hago para que tantos profesionales (y gran parte del público en general) piensen que estoy equivocada en la forma de educar a mi hijo autista no hablante?
Muchos dirían que me controla a mí, otros que controla toda la casa, y a muchos les parece que siempre se sale con la suya.
Yo soy diferente, pero porque tengo un hijo distinto a los demás.
En primer lugar, su comportamiento es la comunicación:
Cuando se niega a entrar en una determinada tienda y reconozco que al no llevarle estoy respetando el hecho de que me está comunicando que por la razón que sea ir allí es demasiado para él.
Quizá sea demasiado luminoso, o demasiado oscuro, demasiado ruidoso, demasiado ajetreado, huele raro o hace demasiado frío.
Hacerle entrar puede parecer a primera vista que le estoy enseñando obediencia y que no siempre puede salirse con la suya, pero en realidad le estoy enseñando que sus sentimientos y su comunicación no importan y que el consentimiento no tiene sentido.
Como niño vulnerable que en algún momento tendrá que ser cuidado por otras personas sin que yo esté presente, necesito que sepa que si se siente incómodo y lo comunica, alguien le escuchará. Y eso empieza por que yo, como madre, le escuche.
En segundo lugar, su necesidad de control está motivada por la ansiedad:
Cuando no entiendes todo lo que ocurre a tu alrededor y a ti mismo puedes sentirte desorientado y frustrado.
Sentirse fuera de control genera ansiedad en todos nosotros y mi hijo no es diferente.
La rutina lo es todo para él y permitirle que se bañe cuando esté listo (aunque sea a la 1:30 de la tarde) o que se ponga lo que quiera no tiene que ver con que me controle sino con disminuir su ansiedad para que esté tranquilo, asentado y feliz.
Darle opciones hace que se sienta respetado e incluido y significa que come mejor, se siente mejor y, a su vez, toda la familia está más tranquila.
En tercer lugar, satisfago sus necesidades, no sus deseos:
Yo no tengo un niño que se enfade en una juguetería porque no le compro un juguete determinado, pero sí que se pone a gritar si por casualidad paso por delante de una tienda con ascensor y no llega a verlo.
La diferencia es que los ascensores satisfacen de hecho una enorme necesidad sensorial que hay que satisfacer.
Es como alguien que tiene que correr a diario o un perro que requiere un paseo diario.
Nadie diría que pasear a un perro todos los días es malcriarlo y, del mismo modo, satisfacer las necesidades sensoriales de mi hijo no es malcriarlo, sino satisfacer una necesidad muy importante que tiene para mantenerse sano y feliz.
Para mí, eso significa dejarle que haga ruido (no puede hablar, pero sí hacer ruido), permitirle que se mueva mucho y dejarle que alinee juguetes en su cama todas las noches.
Significa muchas visitas al ascensor, caminar a diario y un baño cada noche.
Mi hijo no se comporta como un niño de 12 años porque, desde el punto de vista del desarrollo, no tiene 12 años. Tengo que educarle de acuerdo con sus necesidades y su comprensión y de una forma que funcione para nuestra familia.
Es fácil juzgar la forma de criar de los demás. Es especialmente fácil ver a un padre "ceder" ante un niño que llora o grita y asumir que es un padre débil.
Es demasiado fácil tutelar y pensar: '¡Yo nunca haría eso!
Pero cada niño es diferente y siempre hay mucho más de lo que parece.
Puede que el niño tenga una discapacidad oculta, que sea neurodiverso o que sufra un retraso en su desarrollo.
Puede que el padre esté respetando la comunicación de su hijo, satisfaciendo su necesidad sensorial o intentando calmar a un niño ansioso.
En cualquier caso, los padres como yo ya recibimos suficientes juicios y malentendidos de los profesionales y no necesitamos más juicios de nadie.
Cuando tienes un hijo que es diferente, también tienes que criarlo de forma diferente.