Nuestras vacaciones de verano

Helen Horn
Soy madre de dos jóvenes. Mi hijo mayor, James, de 27 años, tiene el síndrome de Wolf-Hirschhorn y autismo. En mi blog escribo sobre mi vida como madr...

Ayer volvimos de nuestras vacaciones de verano anuales con James. Desde que se mudó a su propio piso de acogida hace cuatro años, todos los años nos vamos con él unos días.
El primer año fue agradable, pero hubo dificultades con el lugar y el grado de desplazamiento necesario. Este año, sin embargo, ha sido el tercero que hemos vuelto al mismo parque de vacaciones.
Funciona bien, ya que la familiaridad es buena para James.
El parque está a menos de una hora en coche de la casa de James y se encuentra en una zona preciosa del país. No se trata en absoluto de lo que mi marido y yo queramos hacer, sino de hacer las cosas que a James le gustan y pasar tiempo de calidad con él.
Pasamos el tiempo con James dando paseos por el parque de vacaciones, visitando la tienda/cafetería y comiendo tarta, yendo a las máquinas recreativas, nadando y usando el jacuzzi, que este año ha disfrutado más que nunca. En el albergue pasamos mucho tiempo haciendo las cosas que le gusta hacer en casa. Me llevo una bolsa enorme con puzzles, libros y su iPad.
Con todo eso y la gestión de James cuidado personal, mantenerse al día con sus medicamentos y alimentaciones gastrostomía etc es bastante lleno de nosotros. Él también es madrugador y ya no estamos acostumbrados a esto a diario, ni estamos rejuveneciendo, así que nos resulta bastante agotador. Pero nos las arreglamos durante unos días porque sabemos que podremos descansar cuando volvamos a casa.
Momentos como este con James me provocan una serie de emociones.
Tenía muchas ganas de pasar tiempo con él, pero sabía que iba a ser un trabajo duro. Aparte de la falta de sueño y de las rutinas de cuidado personal, alimentación y medicación de James, es muy exigente con mi atención. Pasa ratos muy cortos con su padre cuando es necesario, pero en general lo que quiere es mi atención todo el tiempo. Literalmente, no tengo ni un minuto de descanso.
A medida que nuestras vacaciones se acercan a su fin, empiezo a tener miedo de llevármelo a casa. Estoy destrozada, definitivamente lista para un descanso, para sentarme y tomar una comida o una taza de té sin tener que hacer múltiples tareas de lectura y rompecabezas, etc. Pero sé que cuando me lo lleve a casa le echaré de menos y me pregunto qué pensará él también.
Cuando dejamos a James en casa estaba contento y asentado. Estoy segura de que se lo había pasado muy bien con nosotros, pero parecía estar preparado para volver a casa y se adaptó rápidamente a su rutina normal.