Temiendo la temporada de gripe

Jodi Shenal
Soy un ama de casa con dos hijos increíbles. Mi hijo está en el espectro autista y mi hija tiene un trastorno genético raro y múltiples discapacidades...
Llegamos hasta agosto.
Ha pasado TODO el mes sin la típica toma de gérmenes de la vuelta al cole. Semana tras semana, he suspirado aliviada mientras mi hija mantenía una buena salud.
Por primera vez, NUNCA, ¡hemos recibido el otoño sin ninguna enfermedad!
A medida que se acerca septiembre, me invade una ansiedad demasiado familiar por la inminente temporada de gripe. Hace 45 días que empezaron las clases; resfriados, virus e infecciones respiratorias nos rodean de forma invisible.
Están esperando para atacar y acabar con nosotros.
Cuando tu hijo tiene necesidades médicas complejas y discapacidades, la temporada de gripe es especialmente desalentadora. Mi hija ha estado hospitalizada en el pasado por simples infecciones de oído y virus comunes y corrientes.
Con la fiebre o cualquier infección vienen convulsiones aterradoras.
Mientras celebro en silencio un año entero sin convulsiones, no puedo mantener a raya las preocupaciones de los próximos meses. No puedo esperar la llegada de mi estación favorita sin una persistente sensación de temor.
El cambio de estación ha adquirido un significado totalmente nuevo desde que soy madre de un niño con problemas médicos.
Cuando tu hijo no puede decirte cuándo le duele...
Cuando una convulsión desgarradora señala el comienzo de una enfermedad...
Cuando dependes de un pulsioxímetro para vigilar su sueño, para que te avise en caso de que su respiración o su ritmo cardíaco se vuelvan anormales...
Cuando su hijo no puede sonarse la nariz o toser de forma productiva y las enfermedades persisten durante semanas...
No puedes evitar preocuparte.
Cuando las hojas empiezan a caer y la brisa se vuelve fresca, mi nivel de estrés aumenta. Quiero disfrutar de esta hermosa época del año sin la aprensión que siempre siento ante su llegada.
A mi hijo le encanta la escuela y adora estar rodeado de gente.
Incluso antes de la pandemia, siempre teníamos que mantener la guardia alta y ser precavidos. Desde sus primeros días, tan pequeñita y residiendo en la UCIN, la temporada de gripe siempre ha traído inquietud. Es increíblemente cariñosa y es la primera en agarrar la mano de alguien. No aprecia el concepto "espacio personal", ya que su simpatía hacia los demás no conoce límites.
Este otoño, como de costumbre, evitaremos las grandes reuniones cuando el número de casos sea elevado. Nos quedaremos en casa si surge un resfriado inesperado, por precaución. Seguiremos vigilantes con el lavado de manos, las vacunas contra la gripe y las vitaminas para reforzar el sistema inmunitario. Tendremos especial cuidado con las multitudes.
Este año tengo muchas ganas de llevar a mi hija a pedir caramelos. No quiero que se ponga enferma el día de su cumpleaños ni que se pierda ninguna actividad escolar o excursión. Anhelo relajarme en las reuniones, sin tener que escudriñar constantemente la habitación en busca de toses y estornudos.
Quiero esperar con ilusión esta maravillosa estación y que mi familia saboree de verdad cada momento de ella, juntos. Para mí, la calma nunca existirá del todo. Pero, ahora que se acerca la época del año, intentaré incansablemente acallar al menos mi incesante e implacable miedo a la gripe.