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Tiempo de tramitación - Padres con problemas de salud y estrés

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Ceri-Ann Brown

Ceri-Ann Brown

Me llamo Ceri-Ann Brown y vivo en Stockport, Manchester. Vivo con el amor de mi vida Phil, mi increíble hija (Amy-Rose) y mi cobaya gigante Vito. Cuid...

Tiempo de tramitación - Padres con problemas de salud y estrés

A veces no se puede vivir el momento. ¿Y si es un momento especialmente traumático y difícil?

¿Cómo se recupera de los acontecimientos estresantes? ¿Cómo afrontarlos mientras se producen?

Ayer Amy tenía dolores agudos en la piel. El resultado fue que estaba emocional y físicamente angustiada.

Cuando está angustiada se arranca el pelo, pellizca y da patadas a quienes la rodean.

Es imposible consolarla en esos momentos. Lo único que puedes hacer es mantener la calma, ser paciente e intentar por todos los medios evitar que se lesione.

Afortunadamente, estos momentos ocurren menos de lo que solían, pero en esos momentos puedo sentir cómo mis niveles de estrés suben y suben.

Mi mandíbula se tensa y se aprieta, mis músculos se tensan y mi ritmo cardíaco aumenta.

En ese momento lo único que puedes hacer es seguir respirando y recordarte a ti mismo que así es como comunica el dolor, que este momento pasará.

Recientemente, Amy ha tenido algunas ambulancias debido a problemas respiratorios.

En esos momentos está azul, lucha por respirar, tiene arcadas y parece sin vida. La adrenalina se dispara y la recoloco, compruebo su obstetricia, la succiono, la tranquilizo y le explico lo que estoy haciendo.

Llamo a la ambulancia. El pecho me oprime, las piernas me flaquean. Por fuera estoy tranquilo. Internamente soy un desastre. Sólo supero este momento. Los paramédicos llegarán pronto, ella se pondrá bien y todos estaremos bien.

En la ambulancia me duele la espalda mientras me esfuerzo por recolocar a mi hijo, presa del pánico.

Está con oxígeno y despierta, pero muy angustiada. El personal sigue diciéndome que la mantenga erguida y yo vuelvo a explicarle que eso no es posible con Amy.

Las luces azules ahora están encendidas para que lleguemos más rápido. Llegaremos pronto, esto es temporal, se trata de ella, no de mí.

Sigue intentando consolarla y evitar que se haga daño.

En el hospital mantengo la calma mientras explico lo ocurrido por tercera, quizá cuarta vez.

Vuelvo a desgranar su lista de medicamentos, por tercera, quizá cuarta vez. Este es el proceso, no te resistas. Ten paciencia y explícaselo. Estarás en casa antes de que te des cuenta, espero.

Una semana más tarde.

La situación sanitaria ha mejorado mucho. Los problemas que ponen en peligro la vida han sido sustituidos por los habituales problemas cotidianos, como sustituir el equipo médico defectuoso, buscar medicamentos en el hospital y encontrar espacio para guardar los suministros de alimentación por sonda.

Estamos pasando un agradable día en familia. El aire otoñal es fresco, brilla el sol y Amy está de buen humor.

Inmediatamente nos enfrentamos al "¿qué le pasa? ¿por qué está en esa silla?".

Agradezco que la gente pregunte, es mejor que mirar o ignorar. Pero mi corazón se hunde un poco. ¿Por qué tenemos que destacar? ¿Por qué no podemos tener una interacción amistosa que no se centre en la discapacidad de Amy?

Por dentro anhelo ser normal, incluso aburrido. Qué novedad ser aburrido o normal. Respiro, pongo mi voz amable y alegre y le explico una vez más que la parálisis cerebral es la forma en que el cerebro controla los músculos, etcétera.

Hago una llamada para buscar unos medicamentos. Rezo internamente para que la recepcionista me hable amablemente.

Percibo la frustración en su voz, ya que es la tercera vez que llamo en una semana. Me recuerdo a mí misma que debo respirar y mantener la calma.

No pierdas credibilidad y llora. "¿Por qué no puedes ir al médico de cabecera a por estos medicamentos?". respondo por tercera vez en una semana.

Lucho contra el impulso de ser sarcástica o emocional y explico que estos medicamentos son sólo para el hospital. Intento entablar una conversación cortés.

Lo ignoro. Me digo a mí misma: quizá tenga un mal día o esté muy ocupada, no te lo tomes como algo personal, no dejes que afecte a tu día.

Sólo con escribir esto siento que me tenso y me enfado.

A veces no me parece justo tener que interiorizar tanta tristeza y frustración.

Por ahora, en este momento de tranquilidad, puedo procesarlo todo. Puedo tomarme un tiempo para disfrutar de un café caliente, sabiendo que estamos en casa y que todo va bien.

Puedo disfrutar de que mi teléfono no está sonando, de que todos mis seres queridos están sanos y salvos, y puedo estar orgullosa de que todos lo hayamos superado.

A veces no puedes vivir el momento. A veces tienes que soportar el momento sabiendo que vendrán momentos mejores.

A veces, esos momentos que soportaste te alcanzan y te corroen.

¿Qué hace usted al respecto?

Personalmente, tomo medicación para la ansiedad, y asesoramiento, e intento en mi tiempo libre dar paseos e ir al gimnasio.

Sin duda, hacer ejercicio afecta a la salud mental. Puede reducir las hormonas del estrés y ayudarte a liberar sustancias químicas que te hacen sentir bien.

Algunos días estoy demasiado harta y agotada para eso, y tampoco pasa nada. Tienes que escuchar a tu cuerpo y, cuando el tiempo lo permita, darte la oportunidad de curarte.

Suena cursi, pero el cuidado personal es muy importante. Es más difícil de conseguir en nuestras vidas, ya que puede ser tan impredecible. Pero siempre que puedas, intenta hacer algo por ti y saborea y aprecia ese momento.

Si tienes problemas, acude a tu médico de cabecera. Habla con alguien. No se limite a revolcarse y sufrir.

La vida es un reto para todos, pero cuando se tiene un hijo con problemas de salud es una preocupación constante por su salud y por navegar por el sistema, a menudo difícil, que le rodea.

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