Un amor poderoso

Jodi Shenal
Soy un ama de casa con dos hijos increíbles. Mi hijo está en el espectro autista y mi hija tiene un trastorno genético raro y múltiples discapacidades...
Ser padres no es un trabajo para pusilánimes. Es un oficio que garantiza retos incesantes.
Cuando se es padre de un niño con múltiples discapacidades y necesidades sanitarias especiales, los retos que se presentan son únicos.
Eclipsan por completo las exigencias ordinarias y comunes de la crianza de los hijos.
Mi cerebro de cuarenta y siete años está a rebosar; sobrecargado de complicada información médica que nunca soñé con adquirir. Mi mente nunca descansa; siempre está de guardia y lista para entrar en acción si surge una emergencia. La preocupación y la ansiedad forman parte de la vida diaria tanto como respirar aire. A menudo me despierto tarde por la noche y siempre me levanto con cafeína por las mañanas. Siempre tengo la espalda maltrecha por hacer los traslados cotidianos demasiado deprisa.
Algunos días, el peso de todo puede resultar pesado.
Otros días, me resulta más fácil superar el agotamiento y reunir la fuerza necesaria para ser la madre que mi hija de catorce años necesita y merece.
Es una bendición increíble para mí, y haría cualquier cosa en este mundo por ella.
Aunque no habla, hay un sentimiento que expresa y comprende sin esfuerzo. No importan las luchas que encontremos o los obstáculos con los que nos topemos, hay un pegamento que nos une. Nos impulsa hacia adelante. La emoción que hace que cada segundo de esta vida merezca la pena existe aquí, en abundancia.
AMOR.
Cuando acerca su naricita a la mía y cierra los ojos con fuerza en una sonrisa que le envuelve toda la cara, el amor se ve fácilmente.
Cuando levanta los brazos y atrae suavemente a su papá para darle un largo y apretado abrazo, el amor se siente con fuerza.
Cuando balbucea tres sílabas indistintas después de que le digamos "te quiero", el amor se oye con fuerza.
No requiere palabras.
Está más allá de ellos.
Cuando uno se convierte en padre, el amor incondicional se instala de forma permanente en su corazón. Cuando tu hijo tiene necesidades adicionales y te encuentras navegando por territorios desconocidos para protegerlo, el amor se convierte en una fuerza imparable que te impulsa.
Mueve montañas.
Es PODEROSO.
Te da una fortaleza inexplicable; la fuerza necesaria para afrontar todo lo que se te ha asignado. Te proporciona la firmeza necesaria para enfrentarte a cualquier adversidad. Incluso cuando tu voz de defensor se quiebra, te tiemblan las rodillas y te tiemblan las manos, te proporciona el valor para seguir en pie.
Este amor te levanta y te desempolva. Te renueva el espíritu.
Te lleva a través.
Cuando nuestro día llega a su fin y mi cuerpo y mi mente están agotados, una cosa permanece. Cuando me acurruco y le leo a mi hija la misma pila familiar de libros para dormir, siento que todo lo "duro" de esta vida se desvanece. Con su cabeza dulcemente acurrucada en mi hombro y sus deditos ayudándome a pasar las páginas, todo eso desaparece. En ese momento, sólo existe este poderoso amor.
Volverá a estar ahí mañana, para ayudarnos a hacerlo todo de nuevo.
