Cuestionarios

Desde que mi hijo tenía unos meses y hasta ahora lo único que recuerdo es rellenar cuestionarios.

Era algo que odiaba hacer porque siempre me hacía darme cuenta de las cosas que mi hijo no hacía y que debería hacer para su edad.

Cada vez que rellenaba uno me dejaba en mal lugar.

Muchas veces lloré mientras lo rellenaba. Me hacía sentir que las cosas que era capaz de hacer no eran suficientes.

Aunque era capaz de hacer algunas cosas, decían que nunca sería capaz de hacer.

A veces había secciones que ni siquiera completaba.

Me limitaría a decir con grandes palabras que la sección no se le aplicaba.

El otro día, mientras rellenaba un cuestionario para un servicio que estoy intentando poner en marcha para mi hijo, había varias secciones que no se aplicaban a él.

No podía escribir con grandes palabras que no se aplicaba a él porque lo hacía en el ordenador.

No podía avanzar en el ordenador sin responder a la pregunta, así que no tuve más remedio que contestarla.

Así, mientras respondía a las preguntas, también podía dejar comentarios en la sección de comentarios.

Al rellenar el cuestionario, me di cuenta de que mi hijo tiene su manera de hacer las cosas que me preguntaban.

Y no lo entenderían porque no están a su alrededor todos los días para verlo.

Una visita no puede determinar ni determinará lo que es capaz de hacer.

Así que decidí que utilizaría la sección de comentarios para explicar lo mejor que pudiera la forma que tiene mi hijo de hacer las cosas.

Como la forma en que se comunica con aquellos con los que está familiarizado frente a las personas a las que apenas ve.

O cómo puede ir a buscar exactamente lo que quiere en lugar de pedírnoslo a nosotros. (No habla)

Esta vez no me sentí triste ni en un mal momento mientras rellenaba el cuestionario.

Me sentí bien porque sé que mi hijo puede hacer muchas cosas, aunque no las haga como nosotros.

Y no le enseñamos a hacer las cosas a su manera, simplemente las hace.