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El vagabundo

Jennifer Arnold por Jennifer Arnold Necesidades adicionales

Jennifer Arnold

Jennifer Arnold

Me apasiona concienciar sobre los problemas de la discapacidad a través de la educación y la divulgación. Cuando no llevo puesto mi sombrero de esc...

El vagabundo

Abril es el mes de la concienciación sobre el autismo y, para los que tenemos hijos con espectro autista, hay un término que nos resulta muy familiar: fugarse.

Fugarse significa alejarse, huir, escapar o escaparse.

Siempre me ha disgustado ese término porque asocio "fugarse" con casarse, que es una ocasión alegre y feliz.

No hay nada alegre o feliz en este tipo de comportamiento.

La fuga no es exclusiva de los niños del espectro, pero parece ser especialmente frecuente en los niños con autismo.

Nuestra hija Lilly no es una excepción: es una trotamundos.

Los niños y adultos que tienen este comportamiento se alejan o huyen por diversas razones: buscando un lugar preferido, intentando evitar algo que les produce ansiedad o incomodidad, o pueden huir espontáneamente durante una crisis.

Cuando tienes un hijo con tendencia a deambular, estás en un estado constante de hipervigilancia.

Cada vez que vamos a un lugar desconocido, no dejo de explorar los alrededores en busca de zonas peligrosas, como calles concurridas o masas de agua.

Planifico todo lo que puedo, consultando el sitio web del lugar y la zona en Google Street.

Lilly ha intentado escapar de nuestra casa en numerosas ocasiones y, hasta ahora, nuestros fieles candados de cadena han impedido que llegara demasiado lejos.

Fuera de casa, es estresante.

Después de un incidente cuando estábamos de vacaciones en casa de un pariente en el que la niña bajó por el empinado camino de entrada hasta una calle muy transitada, siempre me aseguro de que esté al alcance de la mano cuando estamos en casa de otra persona.

Ahora, con 14 años, no siempre le gusta eso, pero hasta que no pueda estar segura de que no va a tener la tentación de vagar o escaparse, así es como tiene que ser.

He leído innumerables noticias sobre niños autistas que deambulan por la calle, y los resultados suelen ser trágicos.

Cada vez se me rompe un poco el corazón porque sé con qué facilidad podría haber sido nuestro hijo.

A raíz de historias como ésta, se tiende a culpar a los padres.

"¿Por qué no vigilaban a su hijo?"

"¿Cómo puede un padre ser tan negligente?"

"Nunca dejaría que eso le pasara a mi hijo. Siempre sé dónde están".

Puedo decirte que el día que Lilly se escapó mientras estábamos de vacaciones, había al menos tres adultos presentes a pocos metros de ella, y aun así se las arregló para escabullirse rápida y silenciosamente.

Puede ocurrirle a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento.

Nadie es inmune y, siendo realistas, no puedes tener a tu hijo vigilado las 24 horas del día, los 7 días de la semana, a menos que pienses llevarlo contigo cada vez que vayas al baño o te duches.

Si tienes un hijo con tendencia a deambular, concienciarlo es una de las mejores cosas que puedes hacer para mantenerlo a salvo.

Avisa a tus vecinos y a la policía.

Eduque a todas las personas que conozca y que puedan estar cerca de su hijo durante algún tiempo, porque en casos como éste, se necesita un pueblo.

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