Eso es todo lo que sé hasta ahora...

"Te ves pálido, ¿cómo estás realmente?"

15 días antes me habían sometido a una cirugía abdominal mayor y me habían dado el alta del hospital poco más de 24 horas después, de vuelta a casa, donde mis tres hijos mayores me esperaban ansiosos con el nuevo miembro de la familia. En ese momento, seguía goteando por casi todos los orificios de mi cuerpo, como es normal después de tener un bebé, y todavía estaba bastante drogada con analgésicos para poder funcionar fuera de la cama. También tenía una evaluación con un representante del sistema de sueño, el fisioterapeuta y el terapeuta ocupacional de mi hijo de 5 años.

Mi marido había vuelto al trabajo tras su permiso de paternidad el día anterior, y a mí la matrona no me había dado el alta hasta esa misma mañana. Una semana antes tenía tantos dolores por complicaciones quirúrgicas que no había podido levantarme de la cama. Pero cuando tienes un hijo con necesidades complejas no tienes permiso de maternidad. Nadie recoge el testigo por ti, nadie hace un seguimiento de todas las cosas que has estado persiguiendo durante semanas, nadie cuestiona las decisiones equivocadas que se tomaron en tu ausencia. Todo sigue recayendo sobre ti.

Así es como te encuentras amamantando a tu recién nacido con una mano mientras envías correos electrónicos con la otra, y cuando el fisio te pregunta amablemente si estás realmente bien, puede que te encuentres goteando abundantemente por los ojos. Porque el mundo ya es duro para las madres primerizas, y lo es aún más para las madres primerizas que también son madres cuidadoras. ¿Qué he aprendido de mi experiencia?

Hay un poema muy bonito que termina con este verso: "La limpieza y el fregado pueden esperar hasta mañana", pero los niños crecen, como he aprendido a mi pesar. Así que calla telarañas; ¡Polvo a dormir! Estoy meciendo a mi bebé y los bebés no se quedan". Autor: Ruth Hulburt Hamilton

Aunque esto se refiere a las tareas domésticas, el principio es el mismo. Nuestros bebés sólo son pequeños una vez, y este tiempo precioso pasa muy deprisa, así que tanto si hablamos de tu hijo discapacitado como de un hermano, tenemos que dar prioridad a nuestra maternidad frente a las tareas administrativas que conlleva ser madre cuidadora.

Es fácil distraerse con la administración, hay tantos profesionales, todos compitiendo por nuestra atención, y muchos, sin darse cuenta, dan la impresión de que su tiempo es más valioso que el nuestro. A veces me siento presionada a aceptar citas que no me convienen. Y luego está la culpa de ser madre. La sensación de que debo hacer todo lo que pueda para mejorar su resultado y su calidad de vida. La ansiedad de que cada mala decisión o retraso pueda tener un impacto tangible en su futuro.

Pero, en realidad, cuando lo pienso, no quiero estar demasiado ocupada administrando para ser su madre o la madre de mis otros hijos. Si lo reduzco a lo básico, ¿qué es lo más importante que se me ocurre para él? Que le quieran y que sea feliz.

Cuando me limito a esas dos cosas, me doy cuenta de que todo lo que creo que es tan importante hacer en este momento a menudo no le hace más querido ni más feliz. A menudo puedo elegir el tiempo en familia antes que esa cita, o perseguir ese correo electrónico. No siempre, pero sí a menudo.

Así que ahora mismo, mientras nos adaptamos a un nuevo bebé en casa, quiero elegir la familia. Quiero elegir ver películas en el sofá mientras el bebé se alimenta y duerme, quiero elegir acurrucarme con mis hijos mayores mientras luchan con sentimientos de amor y celos. Quiero elegir cómo salir de casa con cuatro niños. Quiero elegir todo eso y más ahora mismo porque el resto puede esperar un poco más mientras estoy de maternidad.