Hermanos y escuelas

"¿Cuándo irán los gemelos al colegio aquí, mamá?". Se me hace un nudo en la garganta y se me llenan los ojos de lágrimas. Sabía que esta pregunta saldría algún día de la boca de mi hijo de cinco años. Pero no estaba preparada para ello un martes por la mañana, con falta de sueño y pensando en un millón de cosas. No me había preparado para la situación.

"No sé si alguna vez lo harán". Mi voz se quebró al final de la frase, ahogando la emoción que me inundaba por dentro.

"¿Pero por qué no mamá?" Por supuesto, eso no calmaría la curiosidad de una joven brillante.

"Sólo creo que hay mejores escuelas más adecuadas a las necesidades de tus hermanas". Ingenuamente pensé que eso resolvería este enigma que se está desarrollando.

Grace, desesperada por ir al mismo colegio que sus hermanas gemelas más pequeñas, dijo: "Bueno, ¿puedo mudarme con ellas?".

Me apresuro a dejarla en el colegio, "hablaremos de esto más tarde, ¿vale? Que tengas un buen día".

Mientras vuelvo al coche y me marcho, noto cómo me ruedan las lágrimas por la cara. Ojalá todas pudieran ir a la misma escuela; ojalá la misma educación para Grace sirviera para sus hermanas. Ser objetivo entre los hijos que tienes hoy delante y los hijos con los que soñamos en el embarazo es duro, pero necesario para que todos puedan satisfacer mejor sus necesidades.

Me olvidé de soñar con el escenario en el que mis dos hijas utilizaban ayudas para la movilidad, la distonía, la epilepsia, los medicamentos, las jeringuillas y los planes de cuidados/apoyo que dominan nuestras vidas. No aparecían en mis sueños y ahora tengo que tenerlos en cuenta cada vez que salgo de casa con las niñas.

Hemos ido a visitar las escuelas especiales financiadas por el estado que están mejor equipadas para satisfacer las necesidades de las niñas y ambas son fabulosas; los compañeros son como nuestras hijas, los profesores no se inmutan ante la jerga médica, los equipos esparcidos por los pasillos me resultan muy familiares a los de mi salón. Sólo una pega: los dos colegios están llenos, tienen listas de espera y se tarda unas dos horas en llegar a ellos con tráfico.

Tras meses de conversaciones con el ayuntamiento sobre nuestros deseos, la forma de satisfacer las necesidades de las niñas desde el punto de vista de la salud y la educación y la oferta actual del ayuntamiento, todos hemos acordado un paquete EOTAS.

Estas siglas significan Educación no Escolar.

Para algunos niños esto significa ir a un proveedor alternativo, otros pueden tener asistentes de enseñanza que vienen a entregar el trabajo preestablecido por un profesor para apoyar el aprendizaje del niño. En nuestro caso, hemos convertido un aula en una habitación llena de juguetes para mejorar el desarrollo de los niños.

Contratamos a los asistentes de enseñanza que están capacitados y los dejamos para impartir un plan de estudios sensorial dirigido que es supervisado por un profesor en un control mensual. Hacen excursiones educativas relacionadas con lo que están aprendiendo durante el trimestre, como una visita al zoo y al acuario. La educación física de las niñas consiste en ir a hidroterapia y equitación para discapacitados. Cuando se reúnen con sus compañeras en el grupo social semanal, asisten a clase cinco medias jornadas a la semana.

Al final, puede que no haya sido la escuela con la que soñé cuando tuve a mis gemelas en brazos por primera vez. Puede que no haya sido el camino que había imaginado para Grace y sus hermanas. Pero hoy, cuando tengo en mis manos las llaves de su singular viaje educativo, me siento llena de esperanza y gratitud.

Nuestras niñas prosperan en un entorno adaptado a sus necesidades, Grace puede unirse a sus hermanas los fines de semana en el aula si lo desea, salvando la distancia entre los mundos educativos por los que navegan. No es el viaje que habíamos planeado, pero está lleno de amor, resistencia y la promesa de un futuro brillante.