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El cambio puede ser difícil

Helen Horn por Helen Horn Necesidades adicionales

Helen Horn

Helen Horn

Soy madre de dos jóvenes. Mi hijo mayor, James, de 27 años, tiene el síndrome de Wolf-Hirschhorn y autismo. En mi blog escribo sobre mi vida como m...

El cambio puede ser difícil

Supongo que todos tenemos rutinas que seguimos en mayor o menor medida. Ya sea bajar las escaleras por la mañana y encender la tetera y poner la colada mientras esperamos a que hierva o salir cada día a la misma hora para ir a trabajar y pararnos a tomar un café por el camino.

Mientras que a algunas personas la rutina les aburre, a otras les reconforta, incluso les tranquiliza. Mi hijo James es uno de estos últimos. Tiene un grave problema de aprendizaje y autismo. Por lo que sabemos, no puede decir la hora y no sabe qué día de la semana es. Sabe lo que pasa porque tiene rutinas que seguir.

James tiene una semana ajetreada

Acude a diferentes servicios de día y ve a su familia. Tiene un horario visual que sus cuidadores le ayudan a mirar cada mañana. Su agenda le muestra lo que va a hacer ese día. Esto le ayuda a reducir su ansiedad y, por tanto, también sus comportamientos problemáticos.

Muchos de nosotros podemos prepararnos mentalmente para un cambio en nuestra rutina. Incluso puede que lo esperemos con impaciencia cuando tenemos un día libre en el trabajo o nos vamos de vacaciones. Pero para quienes, como James, los cambios de rutina pueden ser significativos. El cambio puede inducirle ansiedad y causarle una gran incertidumbre, por lo que es importante que comprendamos y anticipemos cómo puede afectarle.

Aunque el horario de James le ayuda a entender cómo será el día siguiente, también puede ayudarle con los cambios planificados de antemano. Por ejemplo, si el servicio de día está cerrado por festivo, puede estar preparado para ello mostrándole y colocando actividades alternativas en su horario del día.

Por desgracia, la vida no siempre es tan predecible.

Pueden producirse cambios inesperados que escapan a nuestro control y que a James le resultan más difíciles de sobrellevar. Puede que salgamos a comer un pastel, una de las actividades favoritas de James, y que cuando lleguemos el salón de té esté cerrado y tengamos que volver al coche. Un cambio repentino como este puede ser demasiado abrumador para James y no sabe cómo afrontarlo. Esperaba que pasara algo y de repente no pasa.

Poco podemos hacer por James en ese momento, salvo tranquilizarle, distraerle y, con suerte, ofrecerle una alternativa aceptable para aliviar su angustia. A veces esto funciona y a veces no. A menudo, quienes rodean a James y no le conocen como nosotros no entienden su aparente reacción exagerada. En momentos como este, lo que necesitamos de esos espectadores es aceptación y comprensión de que no todo el mundo puede procesar las cosas de la misma manera y que para algunas personas como James, las pequeñas cosas de la vida que damos por sentadas pueden ser extremadamente difíciles de vivir.

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