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Y entonces eras 13

Carolyn Voisey por Carolyn Voisey Necesidades adicionales

Carolyn Voisey

Carolyn Voisey

Mamá de un pequeño increíble, trabajo a tiempo completo en la educación superior y tengo mi propio pequeño negocio como diseñadora/creadora de joya...

Y entonces eras 13

Pensé que escribir una entrada en el blog para celebrar la llegada de mi hijo a la adolescencia sería una tarea sencilla. Voy por el quinto (¿sexto?) intento y me cuesta pasar de las primeras líneas. No quiero escribir lo mismo que he escrito en años anteriores, para empezar es aburrido, pero este cumpleaños ha sido especialmente difícil para mí como su madre desde el punto de vista emocional... y realmente quiero ponerlo por escrito de alguna manera.

Trece años es un hito, seamos sinceros. En lo que a él respecta, ya no es un niño pequeño, se está convirtiendo (demasiado deprisa en mi opinión) en un jovencito. Ahora es tan alto como yo, quiere probar cosas nuevas y tener más independencia. A veces sigue siendo mi niño pequeño, y lo único que quiere es un abrazo para estar cerca de mamá, pero a medida que se convierte físicamente en adulto, también cambia mentalmente.

Me ha costado mucho llegar a este cumpleaños.

No sé si es el hecho de saber que la profesión médica no esperaba que llegara a esta edad o que muchos de sus amigos no tuvieron la oportunidad de hacerlo lo que me ha estado rondando por la cabeza. No sé cómo hablarle de sus emociones; va a empezar a tener grandes sentimientos y, como todos los adolescentes, tendrá que aprender a manejarlos; sin embargo, el hecho de ser preverbal añade una complejidad adicional.

La semana anterior a su cumpleaños siempre me resulta un poco complicada. Su llegada no fue como estaba previsto y, aunque no fue tan traumática como muchas otras, nuestra estancia en la sala postnatal me dejó con un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. Sigo luchando contra la necesidad de envolverle entre algodones y protegerle del mundo, aunque él me recuerda (a diario) que es más que capaz de hacerlo bien, ¡muchas gracias!

Si soy sincera, echo de menos que fuera un bebé. Echo de menos la facilidad con la que podía levantarle y llevarle. Estoy más que orgullosa del joven tan guapo y amable que se está haciendo. Su inteligencia es innegable, al igual que su terquedad (no puedo adivinar de dónde ha heredado ESE rasgo. Ejem). Y es el mayor privilegio imaginable poder ver crecer a mi hijo, algo que temíamos no poder hacer nunca.

Así pues, bienvenido a la adolescencia, mi maravilloso y tenaz hijo. Mientras tus padres se preparan para que la actitud entre de verdad en acción, rezo para que recordemos en todo momento que son esa actitud y esa tenacidad las que te llevarán a donde quieras ir x

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